Daisy del Valle Molina

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Daisy aniversario 50-111Fue un trabajo que involucró a un numeroso grupo de personas y nos unió mucho. A pesar del cansancio, del estrés, pasábamos un buen tiempo, había alegría, deseos que las cosas salieran bien. Estábamos pendientes de que nada impidiera la salida del boletín en tiempo y con la calidad requerida.
Todo el proceso terminaba a las 2 ó 3 de la madrugada, a veces hasta las 4.00 a.m. Tenemos que recordar que nuestra querida imprenta tenía equipos muy viejos y cuando se imprimía algún trabajo podía romperse una máquina.

El resultado de los boletines fue muy apreciado no solo por los delegados sino por los compañeros del Minsap. Cuando estaban listos, salíamos Elena y yo hacia el hotel donde se alojaban los participantes y los colocábamos en puntos escogidos de esas instalaciones. Es una lástima que no haya quedado un archivo de esa actividad como de otras que se realizaron en aquella etapa porque eso forma parte de la historia de nuestro centro.

Hablemos de otro boletín editado por el Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas, Información Corriente, cuya frecuencia era semanal y su función era la de divulgar los principales eventos de la salud pública cubana. ¿Qué opina de sus resultados?

Hablar de Información Corriente me entusiasma. Fue una de las primeras publicaciones que se elaboró en nuestro centro por parte de la Subdirección Editorial. En los inicios del CNICM, se le dio un gran impulso a las publicaciones.

Recuerdo una foto relacionada con la III Reunión de Directores de Centros Provinciales de Información de Ciencias Médicas en la que aparece Isidro (director del centro de 1972 a 1976), Arnaldo Comas, Isabel del Rey y Carlos Font, este último era el responsable de la publicación; un gran profesional, periodista. Reflejaba el quehacer de la salud pública cubana en todo el país: se ponían premios, eventos, graduaciones, algún trabajo científico presentado. Tenía una sección muy importante, Terminología Médica, que era redactada por Rodolfo Alpízar, con quien establecí una buena relación de trabajo. En ocasiones, analizábamos la mejor forma de trasmitir a los profesionales de la salud cómo debían elaborarse los textos de información científica y redacción. Siempre llegábamos a un acuerdo.

El Dr. Osorio, director del centro, me pidió que revisara semanalmente cada edición analizándola fundamentalmente como usuaria. Siempre he sido una defensora del usuario de la información científica y Osorio captó eso y me encomendó esa tarea viéndola de esa manera. Había una buena comunicación entre los compañeros que hacían el boletín y yo. Al final de cada año me ofrecían una carpeta con los números publicados en los 12 meses.

En su extensa trayectoria como dirigente del CNICM pudo apreciar diferentes momentos de sus trabajadores; pienso, por ejemplo, cuando se bajaban las resmas de papel a la imprenta; las asambleas en ese sitio. ¿Qué distinguía aquel colectivo?

Es importante expresar que el centro estaba situado en el edificio Soto. En la planta baja había un salón de exhibiciones de publicaciones de medicina y la recepcionista. En la segunda planta se ubicaba la dirección y otras áreas del centro (traducciones, editorial, desarrollo, servicios de información, etc., y en las plantas inferiores distribución y la imprenta.

Cuando llegaba un camión con resmas de papel se ubicaba en la calle 23 y allí se abría un portón donde existía un largo pasillo que tenía insertada una estera. Bajaban compañeros de todas las áreas y situaban las resmas en la estera que luego eran conducidas hasta la imprenta. Lo mismo se hacía con las publicaciones.

En la imprenta había un grupo maravilloso de compañeros dirigidos por Araya, quien se caracterizaba por su franqueza, por una entrega total trabajo, el primero en llegar y el último en irse. Tuteaba a todo el mundo, no importaba de quién se trataba; a nadie le molestaba, porque lo hacía con el debido respeto. Un hombre de pueblo, sencillo, con amplio conocimiento de su trabajo, era un compañero inolvidable, que condujo a sus trabajadores a lograr destacados resultados productivos.

Debo referirme a otro integrante de la imprenta: hablo de Jonás. Era sencillo, callado; cuando se rompía una máquina trataba de repararla, se distinguió mucho en ese aspecto. Allí se hacían asambleas de diverso tipo, trabajos voluntarios, disfrutábamos aquello, había una participación espontánea por parte de todo el colectivo de trabajadores del centro, compuesto por profesionales, técnicos, obreros y estas actividades propiciaban que ninguna tarea se detuviera o demorara. Es oportuno abordar estas cuestiones porque no creo que se hayan tratado en otros momentos.

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