Invitado de Honor
Profesor de Mérito Julio Santana Garay
La impronta del profesor Santana
Fotos: Yander Zamora
Nacido en la ciudad de Camagüey el 5 de diciembre de 1927, el profesor Julio Santana Garay, formador de varias generaciones de odontólogos en el tema de la prevención y tratamiento del cáncer bucal, confiesa que desde pequeño quiso estudiar medicina, pero los avatares de la vida lo llevaron a matricular estomatología.
El profesor es autor de siete libros de texto e igual número de obras de consulta, entre los cuales figuran Prevención y Diagnóstico del Cáncer Bucal.
«Ingresé en la Universidad de La Habana en 1948 y recuerdo que en esa ocasión se aplicó por primera y única vez una suerte de examen de ingreso para esa carrera, cuyo único objetivo era tratar de establecer un proceder selectivo para favorecer a determinados aspirantes.»
Con los dirigentes de la FEU al frente, recuerda, nos opusimos a tan discriminatorio método y tomamos la Escuela de Estomatología. Armamos tanto alboroto que quitaron para siempre la citada prueba y todos los matriculados en el primer año lograron iniciar los estudios sin problemas, manifestó.
Aunque al principio todavía añoraba ser médico, poco a poco le fue gustando cada vez más la estomatología, y al graduarse de cirujano dental en 1954, figuraba entre los mejores expedientes de su curso, y había hecho prácticas de cirugía bucal en el entonces Hospital de Emergencias, de la capital.
Paralelo a una intensa actividad política de lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista, que lo hizo incorporarse al Movimiento 26 de Julio y ser responsable de una célula clandestina, Santana Garay sobresale por su entrega total a los pacientes.
Especialista de Segundo Grado en Cirugía Maxilofacial, el doctor Santana Garay creó y puso en marcha hace casi tres décadas el programa de prevención del cáncer bucal en Cuba.
Sus vínculos con la oncología comienzan casi de manera fortuita, cuando en una reunión de médicos de esa especialidad, el desaparecido profesor Zoilo Marinello expresa su inquietud porque los estomatólogos cubanos no se preocupaban por el tema del cáncer bucal.
«Aquel encuentro le dio un viraje a mi quehacer profesional y decidí dedicarme por entero a la investigación y tratamiento de ese tipo de neoplasia, que tiene como principales sitios de aparición la lengua, el suelo de la boca, el paladar, las encías y la mucosa del carrillo.»
En los comienzos de la década del 60 del pasado siglo, Julio Santana gana por oposición una plaza en el claustro de la Escuela de Estomatología, donde ocupa el cargo de jefe del departamento de Cirugía y Patología por más de tres lustros. Luego sería designado vicedecano de Investigaciones y Educación de Postgrado.
También por esa época se incorpora al Servicio de Cabeza y Cuello del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología. Recorre durante años casi toda Cuba impartiendo conferencias y talleres, lo cual sentó las bases para la futura instrumentación de un programa de detección del cáncer bucal a nivel nacional.
Finalmente este fue oficializado en agosto de 1982 por resolución del doctor Abelardo Ramírez, viceministro de Salud Pública en aquel momento.
«El programa preparó a los estomatólogos del país para dominar los procedimientos clínicos del examen bucal y poder detectar en estadios bien tempranos lesiones de menos de un centímetro, etapa en que esta enfermedad maligna es altamente curable.»
Nuestras investigaciones, aseveró, demuestran que lesiones como las manchas blancas, rojas y ulceraciones, son indicadores potenciales de la probable aparición del cáncer bucal y en un alto porcentaje son el resultado de la prevalencia de prácticas nocivas, fundamentalmente del hábito de fumar y la ingestión de bebidas alcohólicas.
Sobre los resultados del programa, el profesor Santana afirmó que lo más notable es haber logrado reducir la morbimortalidad de tan agresivo carcinoma, capaz de provocar rápidas metástasis si no es diagnosticado a tiempo en toda la región cervical, y mantener la curabilidad del 52% de los casos detectados después de cinco años, comparable a lo reportado por las naciones más desarrolladas del mundo.
«Lamentablemente no siempre los especialistas hacen el examen clínico con el nivel de detalle requerido, ni los pacientes con alto riesgo acuden al estomatólogo. Por eso resulta oportuno insistir en que toda persona mayor de 15 años debe acudir a chequearse la boca al menos una vez al año».
Es recomendable, además, que cada individuo aprenda a hacerse el autoexamen bucal, algo en verdad sencillo, pues basta con pararse frente a un espejo, mirarse por dentro la boca, y palparse todas las estructuras interiores y el cuello, destacó.
Para el también Investigador Titular y de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, el uso correcto del método clínico es fundamental en la esfera de la oncología maxilofacial, pues «con los ojos y las manos» pueden detectarse buena parte de las lesiones premalignas (como promedio alrededor de 800 personas son diagnosticadas todos los años con cáncer bucal en Cuba).
Asimismo, defiende a capa y espada el estrecho vínculo entre investigación, docencia y asistencia, algo en lo que el doctor Santana Garay es un verdadero paradigma.
En julio del pasado año la Asamblea de la Federación Odontológica Latinoamericana (FOLA), acordó proclamar el 5 de diciembre, fecha de su natalicio, como Día Latinoamericano de Lucha contra el Cáncer Bucal, para rendirle merecido homenaje por haber dedicado toda su vida profesional a enseñar, investigar y estimular la conciencia de los profesionales de la región y del mundo en lo relativo a la prevención y el diagnóstico precoz de ese carcinoma.
«Es un reconocimiento al cual concedo un gran valor, pero lo importante es que me obliga a trabajar sin descanso, mientras la salud me lo permita, en mejorar más el programa cubano y poder instrumentar proyectos similares en el resto de los países latinoamericanos, más allá de los que ya hemos aplicado en lugares de México, Argentina, Colombia, Guatemala y Panamá.»